Adam Smith, electrocutado

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El interés general deviene de la suma de los intereses particulares: existe una providencia que se sirve de los instintos egoístas para forjar las virtudes sociales. No intentemos hacer el bien —escribe Adam Smith—; dejémosle nacer como subproducto del egoísmo”.




Adam Smith, que sentó las bases para la formación de la ciencia económica (1777), pugnaba por la separación de la vida económica respecto de la política y de la social, afirmando que aquella debía quedar fuera de la órbita del Estado, porque todo intento de la intervención del Estado en la vida económica, creía que llevaba en si un efecto contraproducente. Para él, la búsqueda del propio interés individual lleva a la consecución del máximo bienestar social colectivo, es preciso dejar actuar la "mano invisible": Cuanto menos gobierna el Gobierno, mejor; condenando todo intento e intervención que se oponga a la formación del "mejor precio". Según él, el nivel natural de los precios lo fija el juego natural de la oferta y la demanda, puesto que la gran mayoría de los individuos no piensan más que en su propio beneficio -que es conducido por la "mano invisible"-, a cumplir una finalidad que, de ningún modo, está en sus intenciones. El interés general deviene de la suma de los intereses particulares: Existe una providencia que se sirve de los instintos egoístas para forjar las virtudes sociales. "No intentemos hacer el bien —escribe Adam Smith—; dejémosle nacer como subproducto del egoísmo”.

En sentido opuesto, los partidarios de la escuela histórica y entre ellos sus representantes más autorizados, Roscher y Smoller, se mostraban decididos partidarios del intervencionismo, el cual toma un gran impulso a partir del Congreso celebrado en Eseinach (1872), donde Smoller, contrario a la teoría clásica en la que la búsqueda del interés individual lleva la consecución del máximo bienestar social colectivo, considera que debe desaparecer la desconfianza hacia el Estado, toda vez que no hay ningún otro organismo superior ni de mayor autoridad para proteger los intereses generales y permanentes de las fuerzas productivas frente a los egoísmos individuales, al propio tiempo que garantiza el equilibrio económico sirviendo de apoyo a las clases débiles contra los abusos de las clases poderosas de la sociedad.

Ambas doctrinas, la clásica y la historicista, están presentes en el debate que hoy beligera en el mercado eléctrico.

La doctrina del intervencionismo, instituida por las actuaciones del Estado en los problemas de tipo económico-social, la reconocemos en las políticas seguidas por sucesivos gobiernos que han mantenido precios artificialmente bajos durante años. La diferencia acumulada entre lo que cuesta producir energía y lo que se ha permitido cobrar por ella, ha generado el “déficit de tarifa”, reconocido hoy como un coste que se traslada poco a poco en la factura que paga el consumidor. Del mismo modo, las subastas de energías renovables -un régimen económico retributivo, basado en el reconocimiento a largo plazo de un precio (pay-as-bid) a los adjudicatarios de las subastas de tales energías, que pujan por el precio que están dispuestos a cobrar por la energía que generen en sus plantas y que percibirán durante 12 años (la última celebrada recientemente por 3.300 MW)-, retumba en la operativa descrita por Adam Smith, pues los usuarios no reaccionan ante las fluctuaciones de los precios, debido a que las ayudas se incluyen en lo que el usuario paga en su factura al productor. Y es que en las subastas, los adjudicatarios se garantizarán un precio/Kwh: Si el que reciben por vender su energía es inferior al del mercado, supondrá una obligación de pago para el mercado y OMIE –operador de mercado que gestiona y liquida todas las operaciones de los mercados diario e interdiario-, repercutirá la diferencia a las comercializadoras en proporción a la energía consumida que, a su vez, se lo cobrará al consumidor; lo que significa que en las horas con abundancia de energía renovable normalmente a precios muy bajos, se trasladará a los consumidores un precio muy superior. Y si es inferior, devuelve la diferencia que supondrá un ingreso para el mercado y que será distribuido por OMIE entre las comercializadoras.

La novísima intrusión de las medidas contenidas en el Real Decreto-ley 17/2021, de 14 de septiembre de 2021, y el Real Decreto Ley 23/2021 de 26 de octubre, introducidas con el objetivo de amortiguar la escalada de precios, entre otras,– rebaja temporal del impuesto especial sobre la electricidad, supresión temporal del Impuesto sobre la Venta de la Producción de Energía Eléctrica (IVPEE), prohibición de corte del servicio por impago a los beneficiarios del Bono Social Eléctrico y reducción del impacto del gas y modificación de la Ley de Aguas-, contempla las siguientes medidas que arremeten directamente a la línea de flotación del mercado: a) las subastas de contratos de compra de energía a plazo, y b) la minoración temporal, proporcional al precio del Mercado Ibérico del Gas (MibGas), del exceso de retribución (windfall profits) que están obteniendo las centrales de generación eléctrica no emisoras de gases de efecto invernadero en el mercado mayorista.

Los contratos de compra de energía a plazos se negocian en los mercados a plazo. En el mercado a plazo español, cuyo subyacente es la electricidad, existe una insuficiente liquidez significativamente inferior a la de otros mercados, como el alemán y francés. Una de las causas, además de la demora en la puesta en marcha de la interconexión con Francia y de la tendencia de cubrir los riesgos con acuerdos bilaterales a precio fijo, es la falta de incentivo a la participación en dichos mercados de los grupos verticalmente integrados, ya que disponen de una cobertura natural ante la fluctuación de los precios. Lanzando las subastas obligatorias de contratos de compra a plazo – la primera se celebrará antes de 31 de diciembre de 2021 por 15.380,08 GWh-, se pretende que el mercado a plazo tenga una mayor liquidez, que los precios sean estables y que reflejen en cierta manera el coste real de la electricidad no estando expuestos a la volatilidad de los precios en el mercado al contado. Cuando un mercado es líquido significa que de manera continua existen precios y volúmenes importantes de oferta y demanda de forma que el agente puede comprar y vender de forma inmediata, cuando esto no sucede los productos resultan penalizados en su precio pues se les exige una rentabilidad adicional (mayor prima de riesgo). En otras palabras, permite ejecutar rápidamente operaciones y deshacer posiciones abiertas de forma inmediata, sin que apenas varíe el precio, puede comprarse electricidad sin tener que esperar la cotización diaria y puede venderse de la misma forma cuando se necesite. Además cuanto más líquido sea el mercado, menos riesgo se asumirá, ya que siempre habrá alguien dispuesto a comprar o vender. En definitiva, si bien las subastas incrementan la liquidez del mercado, puede tener sus inconvenientes en la medida que no sea atractivo y no aumente efectivamente el número de participantes.

Respecto a la medida de minorar la retribución de los productores no emisores de gases de efecto invernadero hasta el 31 de marzo de 2022 (artículo 4,) por una cantidad equivalente al "mayor ingreso" derivado de los precios marginales, significa una metamorfosis de un "mercado regulado" a un "mercado intervenido", en el que las autoridades económicas intervienen controlando la oferta y la demanda, fijando precios, asignando recursos o fijando cuotas de producción. Efectivamente cuantificar la minoración con referencia al gas natural, aun con las excepciones contempladas en el Real Decreto Ley 23/2021, no es nada más que fijar un precio distinto al asignado por el mercado, aunque este sea marginalista, y un remedio muy poco incentivador a inversiones en renovables, y que, sin duda, frenan el efecto descendente a largo plazo sobre los precios del mercado de contado.

En conclusión, los responsables de la formulación de políticas deben tener claro que tienen un problema y que la causa no es la energía renovable, sino el obsoleto sistema de fijación de precios de la electricidad. Con lo cual, deberían solucionarlo, ya que se ha pasado de un festín de subsidios a una intromisión de las autoridades económicas en el libre funcionamiento del mercado. Los ciclos existen, pues la propia dinámica de avance genera los elementos que inician el retroceso y a la inversa. En cualquier caso, se han mostrado cuestiones muy relevantes, que será obligatorio examinar para determinar el sentido de los mercados en el futuro.

Eduardo Espejo Iglesias.