El hecho imponible del impuesto sobre el alcohol: La destilación (I)

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Por consiguiente, la destilación por la que se obtiene el alcohol, por muy artesanal que sea, según la norma tributaria es una operación de fabricación sujeta al Impuesto Especial sobre el Alcohol y Bebidas Derivadas. Y no importa si se realiza en una gran planta industrial o en una pequeña bodega familiar. Si se produce alcohol, se debe tributar.




La acción del calor aumenta el volumen de los cuerpos, es decir, separa las moléculas que los forman. En los sólidos, a cierta temperatura, las moléculas están retenidas siendo fija la cohesión entre ellas y a una distancia precisa. La acción del calor disminuye la fuerza de cohesión hasta que el calor predomina y anula la cohesión. En este momento, el sólido se convierte en líquido y, si continúa aumentando la temperatura, las moléculas unas de otras se separarán más y más, entonces el cuerpo pasa del estado líquido al gaseoso, tendiendo a expandirse sino se aplica la presión suficiente para evitarlo. Pero también sucede el sentido inverso, a partir de un gas, disminuyendo su temperatura, el gas se convierte en líquido y más tarde en sólido. Tales alteraciones físicas cimentan el proceso de destilación, un proceso esencial en el estudio del impuesto sobre el alcohol y bebidas derivadas.

La finalidad de la destilación es la separación de una mezcla. Es un proceso que se fundamenta por la presencia de dos operaciones: la vaporización de un producto y su inmediata condensación recuperándolo nuevamente como líquido. La vaporización, esto es el tránsito de un cuerpo del estado líquido al gaseoso, se puede generar de dos formas distintas: por evaporación y por ebullición. La evaporación es el paso de las moléculas de la superficie del líquido al estado gaseoso a cualquier temperatura de una manera espontánea, pensemos, por ejemplo, en la evaporación natural de un pantano, lago, e incluso de una simple charca.

La ebullición es una forma violenta de evaporación que no se produce únicamente en la superficie del líquido, sino en su totalidad, pasando a su interior formando las típicas burbujas que todos hemos visto alguna vez. La ebullición se inicia cuando se alcanza el punto de ebullición, siendo éste el punto de temperatura a la cual la presión del vapor que intenta escapar de un líquido es superior a la presión exterior que ejerce el aire (atmósfera) sobre él, lo que permite decir que para una presión determinada todo líquido hierve a una temperatura fija y constante; por ejemplo, el agua tiene un punto de ebullición de 100ºC a una atmósfera de presión, siendo la temperatura a la que hierve.

Para que un líquido se convierta en vapor, debe recibir calor. La acción del calor hace aumentar la temperatura del líquido hasta un cierto punto, hasta la temperatura de ebullición —cada sustancia tiene su punto de ebullición—, que una vez alcanzada el líquido no aumenta su temperatura, sino que permanece constante -incluso disminuye-, hasta que el líquido como tal desaparece, pues las partículas absorben el calor cuando pasan al estado gaseoso. En el caso de una mezcla compuesta por dos líquidos con temperaturas de ebullición diferentes, con la misma cantidad de calor, la temperatura irá aumentando a medida que se va evaporando el más volátil hasta llegar al punto de ebullición del segundo líquido.

Supongamos una mezcla formada por dos componentes con puntos de ebullición diferentes —un producto pesado y otro ligero— y por tanto de distinta volatilidad. A pesar de ser un líquido homogéneo, cada uno de sus componentes conserva sus propiedades físicas de tal forma que no podemos concretar un punto de ebullición con la misma precisión que si estuviéramos ante un producto aislado. Cuando aplicamos calor, la temperatura de la mezcla irá aumentando hasta que alcance el punto de ebullición del componente más volátil, momento en que el líquido empezará a hervir, siendo el primero en evaporarse. Una vez evaporado, el calor hará aumentar la temperatura del líquido restante, hasta alcanzar el otro punto de ebullición haciendo que destile el segundo componente. Por ejemplo, en la mezcla de agua y alcohol, como el agua no hierve hasta los 100ºC, el alcohol que lo hace a los 78,3ºC, al llegar a esa temperatura se volatizará cuando el agua no ha llegado todavía a hervir.

Sin embargo, el proceso no es tan simple. Una vez condensado los vapores del líquido más volátil estará formado por alcohol, más una cierta cantidad de agua que a esa temperatura también se ha evaporado y que permanecerá agregada al resultado. Los vapores llevarán una mayor cantidad del componente más ligero que del pesado, pero siempre de los dos, de tal forma que el resultado será una mezcla igual a la del producto inicial, pero con una mayor proporción del producto más volátil y de menor punto de ebullición. Esto exige, si se quiere obtener una mayor pureza, destilar nuevamente las mezclas obtenidas, cada vez más ricas en producto ligero, hasta que llegue un momento en que el más pesado se habrá eliminado por completo.

La destilación, en función de cómo sea la carga del componente a destilar, puede ser continua o discontinua. Es “continua”, cuando el producto a destilar que alimenta la columna de destilación se suministra constantemente; mientras que será “discontinua” cuando la materia a destilar se deposita, antes de iniciar el proceso, en el recipiente y el producto se recoge directamente del condensador una vez finalizada la operación.

 

La destilación como hecho imponible del impuesto

Los impuestos especiales gravan la fabricación de los productos sujetos al impuesto y, entre otros productos sujetos, el alcohol es uno de ellos. Según el artículo 4 de la Ley de Impuestos Especiales, cualquier proceso que transforme materias primas en productos alcohólicos —como la destilación— se considera fabricación. Al proceso por el que se obtiene el alcohol mediante calor y condensación, y que convierte frutas, cereales o vino en aguardientes, licores y otros productos con grado alcohólico, se incluye en el concepto de fabricar y, por lo tanto, es un proceso sujeto al impuesto.

Por consiguiente, la destilación por la que se obtiene el alcohol, por muy artesanal que sea, según la norma tributaria es una operación de fabricación sujeta al Impuesto Especial sobre el Alcohol y Bebidas Derivadas. Y no importa si se realiza en una gran planta industrial o en una pequeña bodega familiar. Si se produce alcohol, se debe tributar.

Originariamente, la destilación comporta, en el caso más sencillo, la obtención de dos mezclas finales: una enriquecida, flemas o destilados; y otra agotada, vinazas. Pero en casos más complejos, puede obtenerse de la mezcla inicial hasta cinco mezclas finales distintas de diferente calidad, conocidas por los nombres de primas, cabezas, buen gusto (alcohol) y colas (amílicos), vinazas y aceites. Como nunca es posible vaporizar exclusivamente el producto más volátil, sino que hay que volatilizar también otras materias e impurezas que se condensan dentro del mismo (regresos), la energía calórica aplicada a las mismas se pierde económicamente, lo que aumenta el costo de la operación.

 

El alambique

El «alambique simple» es el aparato de destilación más elemental, consta siempre de un recipiente llamado cucúrbita o caldera, en contacto directo con la fuente calorífica, horno, vapor. Esta caldera está provista de una boca superior, llamada de carga, que permite la entrada de primeras materias; y de otra boca inferior, para la extracción de residuos sólidos y de un tubo inferior con grifo para la salida de residuos líquidos agotados o vinazas.

Superpuesta a la caldera, se encuentra la cabeza o capitel colector de los vapores y de ella sale una tubuladura llamada alargadera o trompa de elefante, que tiene por misión alejar los vapores del capitel, encauzándolos hasta el serpentín -tubuladura en espiral refrigerada, donde tiene lugar la condensación y termina en el tubo de salida de los alcoholes-.

Ordinariamente, los alambiques de mayor capacidad y perfección poseen también una toma de muestras de vinazas, otra de muestras de alcohol y una botella de presión, esta se compone de un recipiente pequeño en forma de botella por cuyo cuello pasa un tubo de vidrio que arrancando desde cerca de su fondo sobresale de aquél en longitud proporcional a la presión que ha de medir un tubo interior que pone en comunicación la parte alta de la destiladora con la de la botella, de esta manera los vapores procedentes de la caldera actúan sobre el líquido de la botella, generalmente agua, sufriendo éste dos presiones una la propia del vapor y otra la que se ejerce por el tubo abierto.

Calentando el líquido por debajo de los 78º salen los vapores llamados de cabezas, de composición compleja y variable, según la primera materia, constituidas por amoníaco y productos derivados, etilaminas, gases sulfurosos y sulfhídricos, aldehídos como el propiónico, etílico y acrílico y alcohol metílico, así como determinadas sales.

Elevando la temperatura de 78º a 90º sale el segundo grupo de productos, alcohol etílico y agua y aumentando la temperatura por encima de los 90º aparecen las colas y amílicos, aceites de fusel, alcoholes butílicos, ácido propílico y sales, quedando en la caldera las vinazas que no se vaporizan.

Este es el sistema de destilación fraccionada que puedes realizar un alambique, tanto más perfectamente cuanto más lentamente se realicen las distintas graduaciones de temperatura.

La destilación continua, en oposición a la simple, es aquella que se efectúa con retrogradación de los vapores que se producen en el aparato destilador; esto se consigue en la práctica por la adición de ciertos artificios que provocan el regreso de parte de los vapores de la destilación, estos artificios reciben el nombre de desflemeadores y mediante ellos se consigue un producto de mayor graduación y de más alto grado de pureza. Existen varios tipos, los más sencillos son los desflemeadores de aire, que consisten en una modificación del capitel del alambique que se convierte en una lente bastante aplanada, dividida en su parte media por un tabique metálico horizontal que queda independiente sin llegar al borde de las paredes, los vapores que suben de la caldera pierden por dilatación y por enfriamiento parte de su tensión, condensándose preferentemente los componentes de menor tensión (agua) que regresan a la caldera, mientras que los más volátiles (alcohol) van al serpentín, produciendo un líquido de mayor riqueza alcohólica.

Otra variante de este tipo de desflemeador está constituida por los tipos denominados mixto de aire y de agua, que consisten en que el desflemeador en vez de estar directamente en contacto del aire, tienen el mixto en la pared superior y el de agua en toda su superficie una doble pared por la que circula el agua. Todos los desflemeadores de este tipo presentan el inconveniente inevitable que, a la larga, se produce el calentamiento de sus paredes interiores, con lo que llegan rápidamente a ser nulos los regresos. Otra variante más eficaz del mismo principio, la constituye el desflemeador denominado de Egrot, que consiste en sustituir las lentes clásicas por dos superficies esféricas, metálicas y concéntricas; el agua de un depósito entra por la esfera interior por un conducto que llega hasta el fondo de la misma y sale por otro que, atravesando el espacio intermedio de las dos esferas concéntricas, vierte en la superficie externa de la esfera exterior que retiene y evapora el agua mediante un lienzo que recubre la misma, los vapores procedentes de la caldera entran por debajo al espacio intermedio de las esferas y después de haberse condensado en el mismo parcialmente, regresan a la caldera, escurriéndose por las paredes por el mismo tubo de entrada de los vapores de la parte inferior. Este tipo de desflemeador permite la obtención de alcoholes de 50º a 70º en primera destilación, pero como todo aparato de destilación intermitente, tiene como principal inconveniente su lentitud y su pérdida de energía con un mayor costo.

 

Eduardo Espejo Iglesias

FIDE Tax & Legal